JOVEN VENEZOLANA PARTICIPÓ EN LA "COLUMNA DE LOS MIL" CONTRA EL MURO MARROQUÍ EN EL SÁHARA

Karina Lanz, jóven historiadora venezolana y activista de la Asociación Venezolana de Solidaridad con el Sáhara (Asovessa), participó en la "Columna de los mil", una simbólica cadena humana realizada el 22 de marzo frente al muro marroquí, en el Sáhara Occidental, para denunciar la ocupación de la mayor parte del territorio saharahui y exigir el ejercicio del derecho a la autodeterminación de ese pueblo.

La columna contó con la participación de numerosos activistas de países europeos, particularmente del Estado Español. Esto revista gran importancia por cuanto el gobierno español mantiene una política aberrante con relación a su antigua colonia, brindando apoyo a Marruecos a cambio de ventajas económicas en la explotación ilegal de los recursos de los territorios ocupados.

El muro, de 2720 kms de largo, es el más largo del mundo. Fue construido por la monarquía marroquí, con apoyo de Israel y los EEUU, en varias etapas entre 1980 y 1987, y delimita físicamente los territorios saharahuis ocupados. Está rodeado por más de 6 millones de minas antipersonales, y es supervisado por 160 mil soldados del ejército invasor.

Karina Lanz, quien actualmente trabaja en la República Árabe Saharahui Democrática, realizando investigaciones en sus archivos históricos, relata su participación en esta importante manifestación antiimperialista y anticolonial: "La convocatoria para la columna resultó ser un éxito, se calcula que asistieron más de 2000 personas, de los cuales más de mil eran extranjeros. En caravanas nos trasladamos hasta el llamado Muro de la Vergüenza, muro que separa a los territorios ocupados de las zonas liberadas. Tomados de la mano, formamos una columna de aproximadamente dos kilómetros de cara al muro, y con las banderas saharauis en alto. Lo que nos separaba del muro era un kilómetro de minas, pero aún así podíamos ver perfectamente a los soldados marroquíes observándonos”.

En todo caso, la fuerza de la columna se sintió (a pesar de su corta duración por el nerviosismo ante las minas), la fuerza de enfrentar la realidad y la vergüenza, de plantarnos de frente contra el muro, contra el invasor. Al ver el muro de tan cerca se piensa que es un verdadero descaro de la monarquía marroquí que sea capaz de sentarse en una mesa de negociaciones para tratar los asuntos el Sahara Occidental. ¿Tiene Marruecos realmente el deseo de negociar cuando su gran muro ofensivo se levanta por más de 2720 Kms, rodeado de minas?"

Lanz representa dignamente el espíritu de solidaridad que une a los pueblos que han sufrido la ocupación colonial. Venezuela fue el segundo entre los países latinoamericanos en establecer relaciones diplomáticas con la RASD, el único país del África que tiene el español entre sus idiomas oficiales. El presidente Chávez ha sido el primer Jefe de Estado en denunciar públicamente la atrocidad del muro marroquí. Walter Martínez fue el primer periodista latinoamericano en la década de los 70 en cubrir la guerra en el Sáhara. Incluso hubo un combatiente venezolano en las filas del Frente Polisario, compartiendo la justa lucha de los saharahuis, y que luego se quedó a vivir en el desierto africano.

El imperialismo metido hasta el fondo

Las potencias ocupantes suelen también ser solidarias entre sí, en la defensa de intereses bastardos. Luego del cese al fuego acordado en 1991, bajo el compromiso de realizar un referendum de autodeterminación, Marruecos ha contado en el plano diplomático con el apoyo incondicional del imperialismo, apoyo que antes se expresó militarmente durante la guerra. De acuerdo con el ex embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, reconocido ultraderechista, el gobierno de Bush apoya a la monarquía en base al "argumento marroquí de que la independencia del Sahara Occidental desestabilizaría a Marruecos y podría desembocar en una toma del poder en ese país por los islamistas extremistas". Por esta razón, la diplomacia estadounidense se orienta a evitar a toda costa la realización de un referendo en el que se reconozca la vocación independentista del pueblo saharahui.

Simón Rodríguez Porras, Mérida, 4 de abril de 20